diumenge, 14 de setembre del 2014

COMENTARI A "La Iglesia no puede, ni debe callar en Catalunya hoy"

Muy de acuerdo, la Iglesia ni debe ni puede callar. De hecho, en las últimas semanas se ha creado un cierto debate precisamente a raíz de un artículo publicado por el sacerdote Salvador Pie en La Vanguardia referido al que él denomina el integralismo católico. Dicho debate se puede seguir en el portal CatalunyaReligió.cat.

En Catalunya nos esperan días muy duros, durísimos. A nivel social y eclesial. Necesariamente hay que hablar, en un sentido u otro, si no queremos perder definitivamente el contacto con la gente normal y corriente de la calle.

No podemos callar, como no han callado durante años los medios de comunicación vinculados a la Conferencia Episcopal Española contribuyendo a crear un clima de hostilidad brutal hacia todo lo catalán. Yo misma, hace algunos meses, expresé en dos ocasiones mis opiniones a la Conferencia Episcopal Española y al canal 13TV. La segunda vez me escribí un par de correos con el presidente de Cope. Agradecí al menos el esfuerzo de responder, pero cada uno nos quedamos con nuestras posiciones.

No hablo en teoría, pues. Soy una persona que debido a las tareas que realizo he viajado bastante a Madrid. Sé lo que digo. Y me gustaría tanto hacerme entender... Y ahora hablo como catalana, claro. Porque más allá de las opciones políticas, existe otro factor de orden, no sé como llamarlo, porque si digo sentimental puede interpretarse de manera muy fofa, pero la subjetividad es un componente que existe y no se puede obviar, de ninguna de las maneras.

Yo no tengo porque sentirme mirada como un bicho raro al decir que soy catalana o de Barcelona. Yo no tengo porque justificarme debido a mi procedencia. Y lo mismo ahora, yo no soy la reencarnación de Jordi Pujol ni de Artur Mas. No sé si me explico. A mi, ni se me pasa por la cabeza menospreciar o ningunear a una persona porque sea andaluza o gallega.

Este, por cierto, es el error politico más grave de la historia de España: seguir creyendo y/o identificando el derecho a decidir o el proyecto soberanista con la persona del presidente de la Generalitat. O es de cortos, o es de no enterarse de nada, o no sé como llamarlo. La deriva soberanista viene dada, en buena medida, por un descontento generalizado en cuanto a las relaciones Catalunya-España a nivel social, económico e institucional. Y por el acierto de un grupo de personas que ha sabido transformar ese descontento en un proyecto nuevo y motivador que ilusiona a gentes de derechas, de centro y de izquierdas. 

Para entendernos, tan identificado está un católico del Opus Dei con la independencia como un miembro del camino neocatecumenal, como un católico vinculado a movimientos de "indignados", como a un religioso o religiosa. Y podría ilustrar con nombres y apellidos lo que digo.

Un proyecto que está diseñado no un partido político, sino por la sociedad civil, la gente normal y corriente de la calle, como decía antes: el poble alegre i combatiu, por usar la expresión que se va popularizando. La Sra. Carme Forcadell, por ejemplo, es una mujer de mediana edad, con acento leridano, profesora y madre de familia.

No sé si me hago entender. Querría transmitir tantas cosas. Pero no era mi intención alargarme tanto. Les pido paciencia y benevolencia.

Los catalanes no somos ogros, somos serios, en general, trabajadores, ahorradores... Nos han venido dando palos a lo largo de nuestra historia. Y en esta hora, ara és l'hora, el denominado independentismo del corazón que hemos tenido ahí más o menos latente, sale del armario. ¿La diferencia? ¿Por qué ahora? "Hemos perdido el miedo. Lo vemos factible", para usar palabras de un monje de Montserrat, el P. Hilari Raguer.

En fin... La Iglesia ni puede, ni debe callar en Catalunya. Porque los cristianos catalanes no nos lo perdonaríamos nunca. Yo no. Desde el respeto, la austeridad, la elegancia. Claro. No con descalificaciones, eso no.

Yo soy Iglesia. Hay voces de Iglesia que defienden el independentismo y otras el unionismo. Y no pasa nada. Porque gracias a Dios ni uno ni otro es pecado.


Gracias por seguir suscitando el debate.

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